Perteneciente a una tradicional familia ligada al CVD, Patricio tomó un destino como proyecto de vida algo alejado a sus generaciones anteriores, destacándose como escritor, analista político, fundador de The Clinic y filósofo de la U. Católica.

CVD COMO PUNTO DE INICIO

¿Qué recuerdos tiene de su paso por el Colegio del Verbo Divino?
Mis recuerdos del Colegio deben ser bien distintos al actual. Recuerdo al Padre Benito e intercambiar estampillas con él, recuerdo el corredor de la muerte. Recuerdo la Biblioteca, lugar al que recurrí muchas veces, también me acuerdo de las niñas del Colegio Villa María haciendo gimnasia en la cancha de fútbol del CVD. Cómo olvidar a compañeros fumando escondidos detrás de la cancha de fútbol y lo más importante, yo era bastante bueno para rezar y aprovechaba los recreos para ir a la iglesia porque no había nadie.

A 34 años de haber egresado del Colegio: ¿Cómo describiría a Patricio Fernández alumno?
Creo que hay distintos momentos; el recuerdo de mi primera infancia es jugando en la calle, no era mal deportista, aunque nunca fui destacado, no era competitivo. Después, a partir de los 15 años, me vino un importante compromiso social y empecé a ir mucho a las poblaciones con las que algunos curas verbitas tenían relaciones, entonces recuerdo haber ido al campamento Arturo Prat y otros, en tiempos muy duros por la dictadura militar. Ahí me tocó interactuar con ollas comunes y participar de toda esa órbita. Desde ahí en adelante, paralelamente me convertí en un lector de poesía, escribía poemas y cuentos mientras participaba de todo ese mundo tan distinto a la realidad social de mi Colegio.

¿Qué profesores recuerda con especial cariño?
Recuerdo con un inmenso cariño y me gustaría hasta hacerle un enorme homenaje porque fue muy importante en mi vida, a Ignacio Rodríguez, quien falleció hace poco, fue mi profesor de Castellano y con él me adentré totalmente en la literatura y en la política, sin él no sería quien soy. Él me motivó a las lecturas de autores latinoamericanos, recuerdo que me regaló un libro de Alejo Carpentier que se llamaba Tientos y Diferencias, libro del cual no me olvidé nunca más. Ignacio fue un gran amigo, profesor y a quien le debo una parte fundamental de mi formación.
Otro por el cual siento un gran respeto y afecto es Roberto Alderete, otro profesor de Castellano, me hice amigo de ambos y leíamos, compartíamos y conversábamos acerca de la realidad.

Coordinaba las actividades de acción social del Centro de Alumnos, ¿Nos puede contar un poquito de esa experiencia?
Participaba mucho en la acción social del Colegio, iba permanentemente a varias poblaciones, las que más recuerdo porque son las que más asistía eran las de Las Lomas y Arturo Prat.

¿Qué significa el CVD para usted?
Es un lugar donde pasé toda mi infancia, desde ahí quise conocer el mundo porque ahí no está el mundo. El CVD me abrió muchas puertas sorprendentes, conocer a los curas misioneros extranjeros que venían de distintas realidades y participaban en organizaciones sociales en poblaciones. Recuerdo que en una de las confesiones que hacíamos, señalé que sentía la culpa de vivir en un mundo tan privilegiado y comencé a asistir a las poblaciones. Esto, cambió la ruta de mi vida porque me comencé a vincular con otro mundo.

¿Conserva aún esa espiritualidad?
No, la verdad es que me dejó de interesar Dios y me pasaron a interesar más los hombres. Fue un trampolín y una formación épica que en muchos aspectos aún conservo; los principios morales sobre lo que pienso son en gran medida por esos principios cristianos, que consisten justamente en ver a la dignidad en los hombres.

¿Cuánto influyó el CVD en su carrera profesional?
Comencé estudiando Derecho hasta tercer año en la Universidad de Chile, luego me salí, me fui a estudiar Filosofía en la Universidad Católica y después Historia del Arte a Florencia, Italia. Estas dos carreras las estudié debido al interés por la literatura que Ignacio Rodríguez despertó en mí.

DEL CVD A LA CONVENCIÓN CONSTICUIONAL

¿Qué significa para usted participar en la elaboración de una nueva Constitución?
Es un inmenso privilegio y responsabilidad. Será quizás uno de los momentos más memorables de la historia de Chile, y el estar participando es un hecho extraordinario.

¿Pensó alguna vez que iba a participar en algún hito tan importante para la historia de Chile?
Desde hace un par de años, el hacer una nueva constitución, era mucho más factible que hace más tiempo atrás. El año 2016 me invitó la Presidenta Michelle Bachelet a formar parte del Consejo Ciudadano Observadores cuando se hizo un proceso constituyente durante su gobierno. Desde ahí que ya estaba participando en algo, que es una prehistoria de lo que vivimos hoy.

¿Qué valores del CVD le gustaría plasmar en una nueva Constitución?
Me gustaría que los valores y toda esa enseñanza adquirida que yo tuve en el CVD, sea para todos los niños de Chile. Rescato esa persecución por la excelencia, por hacer las cosas bien, ese incentivo por ir más allá de lo obvio y de lo fácil. Si bien a mí me interesan otras realidades, el Colegio finalmente me dio las herramientas para prepararme y poder vivir para otras realidades. Pienso que estos aprendizajes que me entregó el CVD podrían estar en una nueva Constitución.

¿Qué les diría a las nuevas generaciones de alumnos del CVD sobre la importancia de una nueva Constitución?
Les diría que esta nueva Constitución los tiene a ellos como protagonistas, en un gigantesco quiebre generacional, en el que tenemos el reto de inventar una nueva convivencia que reconozca al máximo posible el valor de todos los demás, es decir que en eso consiste la maravilla de la democracia, que es la convicción de que no sólo hay que convivir con el otro como un igual, sino que hay que convivir con el otro buscando que las mejores decisiones y grandes aprendizajes se consiguen atendiendo a los demás, ojalá más que a uno mismo. Esta nueva Constitución tiene que diseñar esa convivencia y principios básicos en los que tenemos que coexistir en los tiempos que vienen, reconociendo las distintas culturas buscándole su valor. Es un tiempo de gran cambio en el que yo llamaría a todos los jóvenes del CVD a vivir con pasión y curiosidad.

¿Cuánto cree que cambiará en la vida de las personas una nueva Constitución?
La Constitución no cambia la vida, no es un libro de magia, lo que hace es invitar o acordar a una ruta en la que se va rigiendo todo el resto del ordenamiento jurídico. La idea es pasar de tener en el corazón de la Constitución la competencia y rentabilidad a tener en el centro la colaboración y la sostenibilidad. Tenemos que cambiar la relación con el medio ambiente, con las diferentes culturas, aumentar la participación de los individuos en las tomas de decisiones y pasar a tener un estado social de derecho, que consiste en la responsabilidad que tomamos todos en torno a cada uno de nuestros conciudadanos. El mundo de la empresa, tendrá que entender que, para generar proyectos productivos a mediano y largo plazo, se requiere esa paz social y cohesión. Es una construcción social distinta. 

¿Qué cosas rescataría o mantendría de la Constitución actual?
Por supuesto, está lleno, la Constitución no se inventa todo de cero, hay muchísimas cosas que permanecen, el querer hacer una nueva Constitución no quiere decir que todo lo que antecede sea nefasto, significa que hay mucho que es fundamental transformar para continuar viviendo en paz.