“Pensar la educación como una transmisión de conocimiento es, no sólo absurdo, sino que inútil”
Pensar la educación como una transmisión de conocimiento es, no sólo absurdo, sino que inútil”
Fue jefe de estudios del cuerpo de Economía y Negocios de El Mercurio, gerente de estudios de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), director del Diario Financiero, profesor universitario por más de 25 años del curso Historia del Pensamiento Económico, fue Decano de Pregrado y de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, de la que es Rector desde el 1 de abril de 2024.
- ¿Cómo describirías tu paso por el Colegio del Verbo Divino?
Tengo muy buenos recuerdos de un Chile muy distinto. Recuerdo de muy chico haber escuchado la palabra “recesión” que era el telón de fondo que vivimos a principio de los 80. Me tocó ir al colegio en la tarde hasta tercero básico, ya que recién el año 83 se inauguró el nuevo edificio. Siempre vi un buen espíritu en el colegio y un gran compañerismo.
- ¿Cuáles eran tus asignaturas favoritas y cuáles te costaban más?
Lo que más me gustaba era Historia y Castellano, como se llamaba en esa época. Definitivamente no me gustaba Arte porque era muy malo. Una vez estábamos dibujando la cordillera en el patio grande y pasó el padre Heriberto Becker, que era el rector. Empezó a mirar todos los dibujos y a felicitar a todos hasta que llegó al mío y me dijo “yo también era malo para el dibujo en el colegio” jaja.
- ¿Practicabas algún deporte o perteneciste a algún taller extraprogramático en el CVD?
Estuve casi todos los años en el taller de teatro. Me encantaba. Hicimos muchas obras y fuimos a distintos colegios a festivales que se organizaban. En deporte siempre me gustó el fútbol, pero era más empeño que talento. Me gané el apodo de “la UF Covarrubias”, porque subía y no bajaba nunca…jaja.
- ¿Participaste en algún proyecto social en el Colegio, como misiones o construcciones? Y si es así, ¿de qué forma te marcaron?
Recuerdo haber ido a distintos hogares relacionados con los padres de la congregación. El sello social siempre estuvo muy marcado en un país que era mucho más pobre que el de ahora.
- ¿Cómo influyó la formación del colegio en el desarrollo de tu carrera docente?
El colegio, pero sobre todo determinados profesores, definieron sin duda mis áreas de interés. Y si bien como en todas partes había mejores y peores, tengo recuerdo de algunos profesores excepcionales con gran vocación por enseñar.
- ¿Qué profesores marcaron esta trayectoria que actualmente te tiene como rector de la Universidad Adolfo Ibáñez?
Tengo un gran recuerdo de los profesores de historia Gaspar Ramírez, José Luis Rebolledo y Sebastián Sanchez. También de la profesora Josefina Contreras de Castellano y en matemáticas del profesor Salazar. También el espacio que llenaba Alberto Labra con sus gritos inconfundibles pero su gran pasión por enseñar.
- ¿Qué desafíos crees que tiene la educación en la actualidad?
El principal desafío es “encenderle una llama” a los estudiantes que los haga interesarse, ser inquietos, apasionarse. Pensar la educación como una transmisión de conocimiento es, no sólo absurdo, sino que inútil. Ello implica que se debe enseñar de una manera distinta, que prepare para un mundo cambiante, pero sobre todo que entusiasme.
- En tu vida profesional has tenido participación relevante en las comunicaciones y la educación. ¿Qué te hizo pasar de la información vía prensa a la enseñanza universitaria?
Siempre me gustó la contingencia, la actualidad, el debate de las ideas. Estudié Ingeniería Comercial, pero mientras estudiaba me metí a estudiar Ciencia Política, porque me di cuenta que el mundo de los negocios no era lo mío. De ahí salté a los diarios, pero desde tempranamente me interesó la filosofía de la Economía, por lo que empecé a hacer clases en la Universidad Católica a los 24 años y ahora que tengo 49 sigo haciendo clases del mismo tema. Trabajar en diarios es muy agotador pero muy entretenido. Te obliga a partir de cero todos los días. Hace 14 años, cambié los diarios por la universidad y esa es una actividad más reflexiva y tranquila. Tengo la suerte de haberme entretenido en todos mis trabajos. Y eso no es poca cosa.
- ¿Qué mensaje podrías entregar a las generaciones jóvenes de ex alumnos que vean su camino en la academia?
Platón cuando decide fundar la primera universidad (la Academia), lo hace porque no está conforme ni con el estado de Atenas ni con la clase dirigente que la gobierna. Lo extraordinario que tiene la vida académica es soñar, igual que Platón, con la posibilidad de “devolver” jóvenes a la polis, para que construyan una mejor sociedad. Y eso es muy entusiasmante.