17
mayo 2021
Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles

Domingo 16 de mayo de 2021

Estimada comunidad del CVD:

Comencé a escribir estas líneas el domingo 16 de mayo, segundo día de elecciones. En la Iglesia chilena celebrábamos la Solemnidad de la Ascensión del Señor, que debió haberse celebrado el jueves 13 de mayo, cuando se cumplían 40 días desde la Pascua de Resurrección. Quiero conectar ambas “celebraciones”.

Hoy celebramos el día en que Jesús resucitado subió al cielo y dejó de aparecerse. No nos dejó solos porque nos envió su Espíritu Santo. En el Evangelio de San Juan, Jesús dice que nos conviene que Él se vaya porque de lo contrario no podría venir el Espíritu Santo. "Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito" (Juan 16,7). Jesús era Dios viviendo junto a nosotros; el Espíritu Santo es Dios viviendo dentro de nosotros. ¿Por qué no podrían seguir ambos en forma presencial: Jesús junto a nosotros y el Espíritu Santo dentro de nosotros? Para Dios todo es posible. Esa posibilidad podría ocurrir. Pero Jesús nos dice que no nos conviene. ¿Por qué? Aventuro una respuesta: porque Dios quiere que seamos personas maduras en nuestra fe y que aprendamos a tomar decisiones por nosotros mismos. Si Jesús estuviera presente en forma visible, le preguntaríamos por cada duda que tuviéramos, y antes de cualquier decisión. Eso sería fácil, pero no nos permitiría madurar.

Ahora paso al tema de las elecciones. Hay preguntas que estaban frente a nosotros. ¿Debíamos cambiar la constitución de 1980? Jesús no nos respondió: Él quería que votáramos y decidiéramos por nosotros mismos. ¿Cómo debiera ser la nueva constitución? Jesús tampoco nos responde, porque Él quiere que aprendamos a resolver los problemas entre nosotros. Tuvimos que votar y serán los constituyentes quienes respondan a esa pregunta tan importante.

Dios no está ausente de lo que nos sucede. Dios dirige el curso de la historia universal y también la historia personal de cada uno de nosotros.

Algunos están celebrando los resultados de ayer. Los más conservadores están preocupados, porque una gran mayoría de los elegidos parece querer cambios demasiado radicales. Los más viejos recordamos el triunfo de Salvador Allende en 1970. Los que saben historia recuerdan eventos más antiguos y que produjeron cambios aún más radicales. La Revolución Francesa se hizo en contra, no sólo de la monarquía absoluta de ese tiempo, sino abiertamente en contra de la Iglesia. Seguramente, la gente piadosa se preguntaba ¿Dónde está Dios en toda esto? Casi doscientos años después, el Papa, San Pablo VI, en 1963, decía que los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad eran valores cristianos. San Juan Pablo II reafirmó eso en su visita a París en 1988.

A comienzos de la pandemia, el Papa Francisco tuvo un momento de oración ante una Plaza San Pedro absolutamente vacía. Tomó el evangelio de Jesús durmiendo mientras la barca en que iba con sus discípulos era azotada por las olas. En tiempos duros como la pandemia, Dios parece ausente, como si Jesús estuviera durmiendo.

En nuestra vida personal también nos suceden cosas que no entendemos, difíciles, duras, pero a la larga nos damos cuenta de que han sido para nuestro bien. Los momentos duros son los de máximo crecimiento.

En la vida personal y en nuestro trabajo nos toca tomar decisiones difíciles, en que muchos se oponen abiertamente: alguien se casa con una persona que sus padres no aprueban, otros entran a la vida religiosa contra la voluntad de sus padres. No podemos dejar contentos a todos con nuestras decisiones, y no sabemos con certeza matemática si Dios hubiera tomado la misma decisión que nosotros. Sería más fácil que Dios nos dijera claramente cuál es su voluntad. Pero no lo hace. Dios no quiere decidir por nosotros, sino que quiere que tomemos las decisiones por nosotros mismos y nos hagamos responsables de nuestras decisiones. Jesús subió al cielo para enviarnos su Espíritu Santo, que es invisible, de modo que las decisiones que tomemos estén iluminadas por su presencia divina, pero sean decisiones absolutamente nuestras.

Decisiones personales como qué electivos va a tomar un alumno de 3° o 4° Medio, la de qué carrera y en qué universidad estudiar, más adelante con quién casarse, cuántos hijos tener, en qué colegio poner a los hijos, todas son decisiones muy importantes en que Jesús no nos va a decir qué hacer, pero su Espíritu nos ayuda a clarificar qué es lo que cada uno quiere en el fondo de su corazón.

Decisiones institucionales como dar o no un día offline en tiempos de elecciones (que antes implicaban uno o más días sin ningún tipo de clases), o la manera de organizar las clases durante  la pandemia, en que querríamos tener a todos en forma presencial, pero sabiendo que eso podría causar contagios, no son decisiones fáciles. Nos gustaría saber qué piensa Jesús y actuar de acuerdo a su opinión. Pero Dios no actúa así. El equipo directivo no puede preguntarle a Jesús por la decisión correcta. Sin embargo, el Espíritu Santo nos impulsa a clarificar nuestros objetivos, a mirar el contexto, a preguntarle a expertos, a personas dentro y fuera de la comunidad, como, por ejemplo, a personas de otros colegios.

Al final, el rector – tras consultar al equipo directivo- debe tomar una decisión. Al igual que durante todo este período de pandemia, el factor fundamental en las decisiones es el cuidado de la salud física y luego la mental de todas las personas de nuestra comunidad. La segunda es que el proceso de aprendizaje sea lo mejor posible, lo que implica la mayor presencialidad posible. Durante esta semana y la próxima seguiremos con el sistema actual, pero – si el número de contagios decae substancialmente, que es lo probable (aunque las cifras siguen todavía muy altas), vamos a ir aumentando el número de alumnos que venga en forma presencial, comenzando por los terceros y cuartos básicos, a quienes les está costando mucho el sistema híbrido. Puede que algunos tengan temor a los contagios y otros consideren que vamos muy lento en el aumento de alumnos en forma presencial. Creemos que es un avance seguro en nuestro propio plan paso a paso.

Que Dios bendiga a nuestro país en esta nueva etapa en que las personas que nosotros hemos elegido comienzan a redactar una nueva constitución.

Se despide afectuosamente,  

Sergio A. Edwards V. svd
unes 17 de mayo de 2021