12
abril 2021

Estimados miembros de nuestra comunidad educativa:

Estamos empezando la tercera semana de esta cuarentena del año 2021, y las cifras son cada día más alarmantes, batiendo los récords de los días anteriores que ya habían sido más altos que en invierno del año pasado, cuando parecía haber sido lo peor de la pandemia. Hubiera querido referirme al evangelio del domingo, pero la situación sanitaria está muy delicada.

Estuve en un encuentro organizado por el Centro de Exalumnos en que participaron un paciente de COVID-19 (el primero en EEUU, aunque chileno), tres médicos, dos de ellos exalumnos, y un gran profesor de medicina, el Dr. Glenn Hernández. Les recomiendo verlo aquí, pues quedó grabado en YouTube. Nos muestran que esta pandemia ha sido y sigue siendo muy grave, e indican que debemos seguir cuidándonos para cuidar a los demás. Por estructura mental yo tiendo a no alarmarme y a no pensar en los riesgos de situaciones de peligro, como es esta crisis sanitaria. Encuentros como “Patio Grande: Crisis COVID-19, ¿hacia dónde vamos?nos ayudan a poner los pies en la tierra y darnos cuenta de que aún estamos lejos del fin de la pandemia.

En este contexto me pregunto: ¿qué significa cuidarse? ¿son efectivas las cuarentenas? ¿vale la pena estar encerrado para evitar el contagio, pero a costa de la salud mental?

No puedo olvidar una conversación con la hija de don Eutiquio Morilla QEPD, el querido y admirado inspector de la Enseñanza Media de nuestro colegio por muchos años. Ella me decía que su padre había muerto de pena porque durante la cuarentena no pudo salir a caminar por el barrio, costumbre que tenía por varias décadas, desde que jubiló. Unas semanas después el gobierno permitió que la gente mayor saliera a caminar.

Recuerdo que mi padre decía que “a veces es peor el remedio que la enfermedad”, y también decía “que los cuidados del sacristán mataron al señor cura”.

La semana pasada el Ministro de Educación propuso que los colegios empezaran sus clases a las 9 AM para que los niños y jóvenes pudieran hacer ejercicio con sus padres entre las 6 y 9 AM. Esa idea ya la habían mencionado algunos apoderados de nuestro Colegio y de otros establecimientos educacionales. Es una propuesta atendible, pero primero habría que preguntar cuántos alumnos saldrían realmente a hacer ejercicio en las mañanas y si estamos en condiciones de retrasar la finalización de la jornada escolar, sabiendo que hacia las dos de la tarde los alumnos están anímicamente menos dispuestos a tener clases que a las 8 AM.

Hace solo unos días se cambió la hora, por lo que ahora es mucho más fácil levantarse una hora antes que a fines de marzo. Además, aún quedan los días sábado y domingo (y varios festivos) en que se puede salir a hacer ejercicio.

Yo preferiría que el gobierno diera una franja horaria en las tardes para hacer ejercicio, con el fin de que los alumnos se despejen de la carga académica de la mañana. Además, las madrugadas están siendo muy frías, por lo que creo que es más sano hacer ejercicio hacia las cuatro de la tarde. Y ojalá que nos permitan recibir algunos alumnos a hacer ejercicio en los colegios y adultos en los clubes deportivos, en que hay más control que en los parques públicos.

Con las cifras actuales de contagios creo que es más realista esperar unas semanas más y, por mientras, “daría orden de no innovar”, aguantar un par de semanas esta difícil cuarentena, pensando que sólo llevamos dos semanas, participando con entusiasmo en las clases online, haciendo ejercicio muy temprano en la mañana de lunes a viernes, en la casa durante las tardes, y con más calma en las mañanas de los fines de semana.

Las ideas de la primera parte de este editorial parecen contradictorias con las de la segunda parte, pero muestran lo que muchos sentimos: sabemos que debemos cuidarnos quedándonos en la casa, pero reconociendo que eso tampoco nos hace muy bien, porque a algunos les afecta el ánimo y, en definitiva, la salud mental.

Dios ilumine a las autoridades gubernamentales para que sepan tomar las mejores decisiones frente a los difíciles desafíos que cada día plantea la pandemia.

Unidos fraternalmente en Jesucristo - el Verbo Divino quien, en este tiempo pascual recordamos, resucitó para darnos su vida eterna - se despide deseándoles la bendición de Dios.

 

Sergio A. Edwards V. svd
Rector