16
agosto 2021

Estimados miembros de nuestra comunidad educativa:

Mañana se cumplen dos semanas de los eventos lamentables provocados por un grupo de alumnos de 4° Medio. Como les hemos informado, se entrevistó a todos los alumnos de la generación, a algunos más de una vez. La gran mayoría dijo la verdad completa de su propia participación, a otros les costó más. Pero había cámaras de seguridad, adultos que fuimos testigos, y así hemos logrado una visión bastante clara de lo sucedido.

Tal como en el ámbito público, las acciones de los seres humanos tienen consecuencias éticas y legales, lo que ha sucedido en nuestro Colegio tiene consecuencias morales y disciplinarias. Lo ético se refiere al bien y el mal. Este grupo de jóvenes actuó mal, y debe aprender de su error, debe darse cuenta por qué estuvo mal lo que hicieron. La semana pasada hablé del peligro de las bombas de ruido y del polvo de los extintores, que muestra lo gravísimo de dichas acciones. Ahora escribo sobre las consecuencias de las demás conductas.

Encapucharse también es muy grave. Hay niños que creían que venían personas ajenas a la comunidad a atacar el Colegio. Pero hay más: “ponerse una capucha” es no dar la cara, es mentir, es ocultarse en el anonimato. Una persona cabal siempre da la cara. Más aún un cristiano, seguidor de Cristo que es la Verdad. Un alumno del Verbo Divino no es perfecto, pero cuando se equivoca reconoce su error porque Jesús, el Verbo Divino hecho carne, nos dice que la Verdad nos hace libres.

Fugarse del Colegio es algo muy serio. Los padres dejan a sus hijos en el Colegio confiando en que estarán seguros, aprendiendo, dentro del establecimiento. Si están fuera podría pasarles alguna cosa y la responsabilidad sería del Colegio. Por eso es tan grave.

Incluso, algo que parece tan nimio como tirar bombitas de agua tiene consecuencias. Los alumnos menores se atemorizan. En otros países no existen colegios con alumnos desde los cuatro hasta los 18 años: en esos largos 14 años, estudiantes de otros países pasan por tres o cuatro establecimientos educacionales diferentes. Si todos los alumnos tuvieran entre 15 y 18 años, no importaría tanto tirar bolsas de agua en tiempo de calor. Pero aquí hay niños muy chicos que no entienden lo que sucede y por eso se asustan. Si hubiera sólo alumnos grandes, siempre puede haber personas mayores, alguien que esté enfermo o una mujer embarazada, que pueden sufrir daños con las estampidas de alumnos menores arrancando de los alumnos de 4° Medios. Por eso, estas son “malas” tradiciones que deben cambiar.

Pero el problema no es sólo ético, también es legal, nos obliga a actuar de acuerdo a la normativa escolar. Ahora es el momento de tomar medidas disciplinarias. Llamo a la comunidad a reflexionar sobre el sentido de este tipo de medidas. Una sanción no es una venganza de la institución, sino una oportunidad para quienes cometieron faltas de aprender de los errores cometidos. Los jóvenes que causaron estos desmanes no lo hicieron por maldad, sino por inmadurez. Una sanción es una manera de ayudarlos a madurar. Estos jóvenes no pensaron en las consecuencias de sus actos. Los castigos son experiencias de aprendizaje que en adelante les permitirá pensar con detención antes de actuar.

La sanción más grave que contempla nuestro Reglamento Interno Escolar es la expulsión inmediata. No nos gusta tener que aplicarla. Sin embargo, por el bien no sólo de los alumnos menores a quienes se debe dar un ejemplo, sino por el bien de los mismos sancionados, hay casos en que se debe tomar esta medida. La Iglesia es la institución del perdón por excelencia. Pero la misma Iglesia contempla penas canónicas para quienes cometen graves errores. Y lo hace por el bien de quien cometió dicho error. Y cuando el error no es tan grave, el sacramento de la reconciliación otorga el perdón, pero también establece una penitencia, es decir un castigo, que puede a veces ser muy severo, porque se requiere reparar el daño y aprender del error, por nuestro bien, para ayudarnos a no caer nuevamente en lo mismo.

Algunas personas tienen tan claro esto que entienden y aceptan la sanción, aún antes de que se les comunique. Esto ha sucedido en nuestro Colegio en casos anteriores y esas actitudes dan tranquilidad, ya que son una muestra de que se internalizó el error y sus consecuencias.

La segunda sanción en gravedad es la condicionalidad. El nuevo reglamento la acompaña de medidas reparatorias y formativas. Quedar condicional implica que ante cualquier nueva infracción a los reglamentos, el alumno deberá ser sancionados con la expulsión inmediata en ese momento. Pero no es suficiente, por el bien de ellos mismos. Se debe agregar medidas formativas. Por ello, deberán venir al Colegio durante los sábados en la mañana, desde muy temprano. Vendrán a trabajar en la limpieza del Colegio, y a reflexionar sobre lo ocurrido. Es la manera de volver a ganarse el derecho a estar en el Colegio, a ser nuevamente miembros plenos de nuestra comunidad para poder egresar como alumnos del CVD. 

Invito a toda la comunidad a reflexionar sobre estos temas para seguir aprendiendo de este desafortunado episodio que enloda la vida de nuestra comunidad. En los cursos, entre funcionarios, en las familias, debemos entablar un diálogo sobre las implicancias de acciones como las de la mañana del martes 3 de agosto. En las casas y en los cursos, ese diálogo - en que se escuche a los niños y jóvenes - debe ser guiado por los adultos responsables que pondrán el aspecto profético de mostrar las consecuencias de ese tipo de acciones. Eso también se hará con los alumnos de 4° Medio que han sido amonestados o sancionados con la condicionalidad, y podrían agregarse otros que quisieran unirse a este proceso de aprendizaje.

Con este triste episodio se nos tiende a olvidar que aún estamos en pandemia. Tenemos mejores indicadores, pero las variantes del virus podrían hacernos volver a situaciones de riesgo sanitario. Los pronósticos dicen que esta semana tendremos lluvia. Espero que sea así, porque esta sequía es ya muy larga. Pero será difícil prevenir que los alumnos se mojen. Ahora cualquier resfrío nos hace temer que se trate de COVID-19, lo que nos obliga a dejar cursos enteros en su casa. Debemos seguir cuidándonos.

Unidos en el Verbo Divino,

Sergio A. Edwards V. svd

Lunes 16 de agosto de 2021.