05
abril 2021

Estimados miembros de nuestra comunidad educativa:

Espero que hayan tenido una feliz Domingo de Pascua de Resurrección y les deseo un tiempo pascual lleno de fe en la resurrección del Señor y de esperanza en nuestra propia resurrección al final de los tiempos. Después de una semana santa en cuarentena, con clases online de lunes a miércoles, y celebraciones litúrgicas online, ahora estamos comenzando la primera semana completa de clases telemáticas.  

Esta semana, en la liturgia de la Iglesia, se llama la “Octava de Pascua”, los ocho días entre el Domingo de Pascua y el siguiente, conocido en Chile como el domingo de Cuasimodo. En una concepción que podríamos definir como “ficción litúrgica”, es “el mismo día de la resurrección del Señor” el que “dura ocho días”. Cada uno de los días de esta octava durante la misa decimos que “hoy” resucitó Jesús. Por eso, cada día se reza el Gloria, lo que usualmente no se hace en días de semana. La resurrección de Jesús es un momento tan trascendental para la humanidad que la Iglesia nos invita a extender ese día, primero a ocho, después a 40 - los días en que se apareció Jesús resucitado, según nos narra San Lucas en el Libro de Los Hechos de la Apóstoles - y también a 50, lo que dura “el Tiempo Pascual”, porque en Pentecostés baja el Espíritu Santo sobre los apóstoles.

Los invito a meditar sobre el misterio de la Resurrección de Jesucristo. El problema más grave del ser humano es que algún día vamos a morir. Al resucitar a una vida diferente, Jesús nos muestra que nuestra muerte no es el final, sino el comienzo de una vida más plena. Eso nos da fuerza para enfrentar el dolor, especialmente el de la muerte de los seres queridos y la perspectiva de nuestra propia muerte, que es la gran preocupación en estos tiempos de pandemia, pero sin despreocuparnos de esta vida, al contrario, porque Jesús nos enseñó que la vida eterna dependerá de cómo vivimos en esta tierra.

Permítanme dos reflexiones sobre “problemas de este mundo”. La primera es sobre las vacaciones escolares y la segunda sobre las cuarentenas.

En algunos países de Europa este “Lunes de Pascua” es feriado. Y hay países que tienen vacaciones en este tiempo. A veces me pregunto si en Chile no sería más eficiente tener vacaciones de verano más cortas, y tener vacaciones de una o dos semanas en estos días de semana santa y vacaciones más largas en invierno, donde siempre – no sólo en pandemia – hay muchos contagios de resfríos, etc.

En Australia y Nueva Zelandia que, como nosotros, están en el hemisferio sur, comienzan el año académico a fines de enero, pero tienen vacaciones en otoño (semana santa), invierno y primavera. Un sistema así nos permitiría tener más flexibilidad para imprevistos como la pandemia. El año pasado pensé en esto, con la idea de que entráramos a clases ya en febrero, pero hubiera sido un cambio demasiado radical en nuestra cultura chilena, en que las vacaciones en febrero son casi sagradas.

Es fácil ser general después de la batalla, pero si hubiéramos entrado a clases a comienzos de febrero tanto el año pasado como este año, hubiéramos tenido un tiempo bastante más largo de clases presenciales antes de irnos a cuarentena. Y con vacaciones en semanas santa no hubiera sido necesaria esa extraña medida de “adelantar las vacaciones de invierno” a abril, que tomó el gobierno el año pasado. Y este año estaríamos ahora “en vacaciones de otoño”, después de unas ocho semanas de clases.

La segunda reflexión se refiere a las cuarentenas. Algunos cuestionan su eficacia. Se justificaba cuando los sistemas de salud de los países no estaban preparados para recibir tantos enfermos al mismo tiempo. ¿Se justifica ahora no tener clases? Hay gente que dice que no es tan grave que los niños pierdan uno o dos años de clases presenciales porque durante las guerras ha ocurrido eso. Otros consideran tan importante las clases presenciales que sugieren que las haya incluso durante cuarentena. Así lo han hecho algunos países. Lo cierto es que los colegios son lugares bastante seguros, mucho más que los supermercados, las ferias libres o los medios de transporte colectivo que siguen llenos de gente en plena cuarentena. Por otro lado, está siendo tan larga la pandemia, ahora con nuevas cepas, que quizás nos tendremos a acostumbrar a vivir con ella. En mi opinión los colegios debieran seguir funcionando, pero con un aforo menor en Fase 1 que en Fase 2, quizás sólo con actividades presenciales en una primera etapa, como tuvimos entre octubre y diciembre del año pasado. Estimo que eso disminuiría el estrés y el agobio que muchos sienten al volver a la cuarentena y al trabajo y estudio online desde la casa.

Dios nos ayude a juntos encontrar soluciones a los problemas que nos plantea la pandemia. Unidos fraternalmente en Jesucristo - el Verbo Divino quien, en estos días recordamos, resucitó para darnos su vida eterna - se despide deseándoles la bendición de Dios.

Sergio A. Edwards V. svd
Rector